Wednesday, January 4, 2012

I'm a cyborg, but that's OK de Park Chang-Wook (2006)

El genio del cine moderno coreano se define en su capacidad de producir una originalidad honesta; una originalidad que, contrario de la occidental, no busca parecerlo. Hollywood es popular porque rara vez nos hace pensar. Incluso la trama pseudo-complicada de Inception es racionalmente justificada desde el principio por alguna "lógica" aunque en el fondo no haya ninguna. Es esta necesidad explayatoria, tan adusta y pedestre, hace que el tonto crea que ha visto una película "compleja". Asco. (Además Inception está basada en el animé Paprika de Satoshi Kon que es mucho más misterioso y alucinante que la película norteamericana). Hollywood nos enseño a ver películas en un sólo plano y de un sólo modo: Así se conocen los hombres y las mujeres, así se seduce a una chica, así son los héroes. En fin, sales a la calle y ves que hay unos pocos luchando por salvar su vida de la vulgaridad cuando hay otros que añoran desesperadamente ser parte de la vulgaridad.

Lo que demuestra la superioridad del cine coreano es lo mismo que demuestra la superioridad de la cultura asiática sobre otras: la capacidad de percibir la realidad con todos sus sustratos y no por ello complicarla innecesariamente. Obviamente, Kim Ki-Duk y Park Chang-Wook han tomado influencias del cine europeo y americano pero con un enfoque casi taoísta, contemplativo y armónico. Casi circular. Casi filosófico en el sentido de explorar las cuestiones básicas de la existencia (sobretodo la de la dignidad humana) y producirlas en una cinematografía embriagadora pero con un espíritu de sencillez intrínseca, sin pretensiones.

I'm a cyborg, but that's OK es la historia de una chica que piensa que es un cyborg y es internada en un sanatorio después de cortarse las venas, conectarse cables abiertos en ella y enchufarse a la electricidad para "cargar la batería". En el sanatorio conoce a otros "locos" que viven obstinadamente sus fantasías: una mujer gordita que puede volar frotando sus medias, una chica que sueña con cantar al estilo tirolés en una pradera, un hombre obsesionado con los buenos modales y un ladrón de talentos y cualidades, entre otros. No destriparé la película para el que, por casualidad, lea este blog, pero debo decir que Park Chang-Wook nos da una de las historias de amor más alucinantes, tiernas y graciosas que haya visto.

Park Chang-Wook es como un nuevo Kubrick, obsesivo con los detalles y la contemplación estética de sus tomas; ya sea una vampira vomitando sangre sobre un suelo blanco, o una canica naranja rodando por unos azulejos, o una hormiga gigantesca sentada en el vagón de un tren, no sólo la concepción de la escena es brillante, sino el modo de presentarla es (perdón por la palabra snob) exquisito. Los colores de Park Chang-Wook, de Kim Ki Duk y de Wong Kar Wai no son sólo colores, son humores, son desolaciones y puntos de encuentro, son parte del mundo como fines, no como medios. En I'm a cyborg but that's OK abundan la luz y los colores claros, porque este (contrario a Oldboy) es un film claro, de musicalidades sublimes y de humor candoroso, otra cosa que perdió Hollywood en su marasmo de cinismo papanatas.

Justo ayer leía una cita de James Baldwin en la que decía "Cuando creía que estaba perdido, mi mazmorra se sacudió y cayeron mis cadenas". El cine coreano sigue sacudiendo mi mazmorra despiadadamente y deberían dejar que sacuda la de ustedes también.