Thursday, December 29, 2011

Oh, the places you'll go

Mi hermana me dio de navidad un libro para niños del Dr. Seuss, el famoso autor de The Cat in the Hat (El gato del sombrero). Ya había leído el librito que se llama Oh, the places you'll go (¡Oh, los lugares a los que irás!) y me conmovieron sus líneas simples pero llenas de filosofía. En Estados Unidos es ya parte de una pequeña tradición regalar este libro no sólo a niños, sino a recién graduados o a aquellos con una encrucijada en frente. Como he terminado mi maestría este semestre, me cae de perlas.

"La vida es un gran acto de balancear" dice Dr. Seuss. ¡Qué gran consejo! En eso se resumen las subidas y bajadas de la vida, las rupturas, los éxitos, los fracasos y los pequeños triunfos de cada día. Qué decir, me pone en modo positivo este librillo a pesar de que ahora mismo esté en "el lugar de espera", el lugar más inútil de todos:

"El lugar de espera para aquellos que sólo esperan.
Esperando que un tren vaya,
o que un bus venga, o que un avión vaya,
o que el correo venga, o que la lluvia se vaya,
o que suene el teléfono, o que nieve la nieve
o esperando un sí o un no
o esperando a que les crezca el pelo.
Todo el mundo está solamente esperando.

Esperando que el pez muerda,
o esperando al viento para volar una cometa
o esperando a que llegue el viernes
o esperando, quizás, al tío Jake
o que una olla hierva, o una Mejor Oportunidad
o un collar de perlas, o un par de pantalones
o una peluca con rizos o Otra Oportunidad.
Todo el mundo sólo espera.

¡NO!
¡Eso no es para ti!
De algún modo escaparás
toda esa espera y esa queda
encontrarás los lugares brillantes
donde las Boom Bands están tocando".

Disculparán la traducción que en inglés es en rima. Pronto sale la peli del Lorax y tengo muchas ganas de verla.

Tuesday, December 27, 2011

Arthur, wherefore art thou?

¿La isla de Avalon?

Leo mis viejos libros deHorizon, un journal americano de arte del cual pude hacerme cuando en la biblioteca de la ciudad en la que vivo sacaron estas reliquias para venderlas por unos centavos. Son libros realmente extraordinarios, con ilustraciones de excelente calidad y artículos impecablemente escritos e investigados. En mi copia del verano de 1968 aparece en la portada la pintura de La Duquesa de Alba de Goya. Sí, esa en la que ella insolentemente apunta hacia el suelo arenoso, en donde después de una restauración aparecieron las palabras "Sólo Goya". ¿Habrán sido amantes o sólo amigos cercanos?

En fin, el primer artículo de este número se llama En búsqueda del Rey Arturo, ese personaje-leyenda que luchó contra los sajones y que se mezcla con la historia-mitología británica y del cuál aun se debate su existencia. El artículo de Christopher Hibbert añade más gradaciones a la historia maravillosa del caballero, como la idea de que la montaña de Glastonbury en Somerset fue en dónde la isla mágica de Avalon existió y en donde fue enterrado Arturo junto a su amada Gunivere (donde aun quedan ruinas y se llevan a cabo excavaciones arqueológicas). Por supuesto, la labor de trazar los comienzos de la leyenda nunca han sido sencillos y varios historiadores han tomado partido en ello. Según Hibbert, Gildas, el historiador más antiguo de Gran Bretaña, habla de Arturo refiriéndose a él como El Oso (en Celta "oso" se dice Artos) y el cronista Nennius ya se refiere a él por nombre en su Historia Britonum.

Como siempre, la literatura ha aderezado la imagen de Arturo y su leyenda. Específicamente el libro de Sir Thomas Malory Morte d'Arthur publicado en 1470 (Arturo, si existió, fue a finales del Siglo V en plena decandencia del Imperio Romano) y que adorna a Arturo con bondades propias del caballero de coraza metálica y galanterías de la Edad Media. Obviamente, la época de Arturo, en la que existían aun pequeños reinados y tribus como los sajones, los anglos y los Scots de Irlanda, era un poco más movida a modo de proteger los ideales de la isla romano-británica.

Ahora, ¿existió? Hibbert hace mención de la curiosa observación de Geoffrey Ashe, otro historiador, de la repentina y popular adopción del nombre de Arhur como nombre cristiano en el siglo VI, cuando antes había sido relativamente poco popular. En esa misma montaña enigmática se dice que llegó José de Arimatea, el hombre que puso el cuerpo de Cristo en el sepulcro, huyendo de Palestina para fundar la primera abadía en el siglo I y con el Santo Grial, el cáliz que Jesús utilizó en la última cena. El mismo que buscan los caballeros de la mesa redonda por sus "éxtasis místicos, visones supernaturales y misteriosas gracias". A esto se le añaden más historias imposibles de comprobar, como la de unos monjes en 1191 que al cavar una tumba encontraron otra, la de Arturo, con una inscripción en latín que decía "Aquí yace el renombrado Rey Arturo en la isla de Avalon". Emocionados, siguieron cavando y finalmente encontraron dos esqueletos, uno de los cuales tenía una mandíbula enorme y otro más pequeño, en cuyo cráneo quedaban aún algunos cabellos claros (Gunivere, se entiende). Tras la disolución de los monasterios por Henry VIII, todas estas reliquias se perdieron, para pesar nuestro. Tras varias excavaciones se han encontrado artefactos mediterráneos y fundamentos a lo que parece, eran grandes castillos, pero ni rastro de Arturo. Un dato que me pareció curioso es que los locales siempre se han referido a ese lugar como Camelot.

Hoy Glastonbury es también conocido por el famoso festival de rock y de botas de caucho en donde Kate Moss y Noel Gallagher desfilan, no como dama y caballero, aunque sí como iconos de la mitología inglesa, de tantos que hay. Leo en Wiki que Glastonbury también atrae a muchos seguidores de creencias neopaganas y nueva era por aquella leyenda del Santo Grial. Me quedo suspirando en Nueva York, soñando con algún día ver a The Fall en vivo en este lugar maravilloso.

Obal, de Ondrej Rudavsky.

El jueves pasado visité las galerías del lado oeste de Nueva York, un milagro que pasa cada cuatro años. La mayoría están en edificios viejísimos, de fachada y arquitectura industrial al lado del West Side Highway, una de las pocas partes desoladas de Nueva York. De más está decir que la mayoría de estas galerías son gratuitas, a pesar de que exhiban piezas millonarias. La primera exhibición que vimos fue Ondrej Rudavsky: Transformations, una serie de animaciones del artista eslovaco entre psicodélicas, caleidoscópicas y metafísicas que a pesar de ser bellísimas me produjeron mucha angustia. Era como ver el universo yendo a una velocidad imperceptible, con su deje absurdista, por supuesto.

En el folleto que nos entregaron se habla del rol de Rudavsky de "artista como profeta" y de como su trabajo es, efectivamente, apocalíptico, jugando con "los temas de transformación que rodean la víspera del 2012". La guía nos habló de un leitmotif de sus animaciones, el del monstruo-máquina: un injerto de metal con extremidades orgánicas, entre otros elementos de su trabajo. Rudavsky trabaja según este artículo exponiendo capas de film, una sobre otra. Yo no sé nada de procesar film pero dicen que este proceso es bastante engorroso porque entre más se exponen las capas, menos se puede predecir como van a salir y nuestro Rudavsky llega a exponer hasta 30 capas. Uno nunca se imaginaría que el proceso fuera tan complicado dada la nitidez de sus animaciones. Supongo que ahora se habrá hecho mano de computadoras y tecnologías visuales.

Tejedoras que recuerdan a las parcas, mezclando hilillos de miles de colores y creando el universo, un tipo de dios observando la tierra desde afuera, hombrecillos diminutos corriendo de un lado para otro sin ton ni son, una mandala de cuerpos anónimos y el afán hacia la nada.

Moon de Ondrej Rudavsky
Del Apocalipsis poco se puede hablar sin que entren a colación elementos bíblicos. Una de las imágenes en esta instalación muestra el momento del mentado rapto, en que los justos serán salvados y los demás nos quedaremos en la tierra, a sufrir años de miseria y dolor. Es decir, a manos de la voluntad del destino o de un dios caprichoso. También entran aquí elementos chamanistas y espirituales, como la pequeña mandala de cuerpos que corren y corren hacia el día final.


Aquí un video que da una vaga idea de la experiencia de ver estas animaciones.
¿Por qué empezar un blog? Este es el momento en que me pregunto si tengo algo que ofrecerle a la tierra y si no llenaré de más contaminación este paisaje Dr.Seussesco que es la blogósfera. Evidentemente tengo ambiciones pero mis motivos son más sencillos: tengo pésima memoria. Memoria de esa al estilo, diga usted, memento. Eso de que piensas ¿qué hice ayer? y no te acuerdas en absoluto de lo que charlaste, de lo que comiste, de la atmósfera general. Es decir, puedes acordarte de lugares pero es como si fueran un sueño, como si los hubieras imaginado. Para mi, por lo tanto, escribir es un modo de declararle batalla al tiempo y a mi demacrado cerebro mediocre. Así que escribiré, para hacer amarras a la realidad, para tirar mis hilos y que se enreden con los hilos de otro en esa maraña llamada blogósfera.